martes, 17 de mayo de 2011

LA COMUNICACIÓN

La comunicación implica receptividad al universo, a sus criaturas y a las situaciones que se presentan.


Para que exista una verdadera comunicación, se necesita fe en la capacidad de evolucionar del ser humano. Sin esa fe en la capacidad de transformación, no se podría emitir ni una sola palabra renovadora.


La comunicación presupone la unión de esfuerzos en busca de la Realidad, de una Verdad mayor. Para que sea fluida, cada ser necesita seguir la huella de su realidad interna, manifestando verdad y honestidad consigo mismo y con el mundo donde vive.

Cuando la persona quiere perfeccionar la comunicación, generalmente se empeña en perfeccionar su lenguaje y expresión, olvidándose de que hace falta, por sobre todo, perfeccionar su capacidad de escuchar. Una comunicación fluida sólo se establece si existe un esfuerzo consciente para escuchar. Nunca se debe escuchar solamente lo que es de interés personal. El egocentrismo es incompatible con la comunicación, pues vuelve al ser incapaz de escuchar al otro.

Para que se profundice la comunicación, hay que saber ponerse en el lugar de los demás. Así crecen la fraternidad y la compasión.

La comunicación será deficiente si en su transcurso hay dispersión y si se le presta atención a otras cosas.

Una comunicación eficiente no puede ser excesivamente sintética ni compleja.

Antes de transmitir un mensaje, hay que estar seguro de su contenido. Así se evita el descrédito por difundir informaciones contradictorias.

La comunicación trasciende las palabras; se compone también de las actitudes, de los gestos, del tono de voz, de la expresión física, de las opciones y de las metas de los interlocutores.

Se debe organizar el contenido de lo que se transmitirá, y buscar la forma de comunicarlo correctamente.

Cada acción en favor de la buena comunicación es un avance para llegar a la armonía.

Es una comunicación viva, y se debe entrar en detalles sólo cuando sea indispensable.

La comunicación rara vez se circunscribe a un instante: comienza antes que la palabra y continúa después de ella.

La comunicación requiere actitudes coherentes con lo que se transmite. No se debe difundir algo que non forme parte de la propia vida, bajo pena de desgastar el mensaje.

La comunicación es el ejercicio de compartir, que se establece cuando existe disponibilidad para comprender.

La comunicación basada en la espiritualidad siempre llevará a la disolución de los límites individuales en busca de una integración de metas. La Unidad anticipa lo que las palabras deben decir, creando un sagrado estado de comunión. Comunión y comunicación son términos que tienen la misma raíz